Devocional: YO Y MI CASA SERVIREMOS A JEHOVÁ Parte 1 – Josué 24:14-15
YO Y MI CASA SERVIREMOS A JEHOVÁ Parte 1
Josué 24:14-15
Devocional
Mayo 2
Pastor Enrique Godoy
Iglesia Cristiana Remanente
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Hola, hermanos. ¿Cómo están? Buenos días.
Ya estamos en el segundo día de mayo, y bueno, quiero compartir con ustedes algunos devocionales que, aunque originalmente fueron un solo mensaje que compartí hace un tiempo —especialmente dirigido a los matrimonios—, ahora los he querido dividir en partes. Me parece importante y muy necesario, ya que el tema que vamos a ver es indispensable para todos los hijos de Dios.
Se llama “Yo y mi casa serviremos a Jehová”. ¿Lo recuerdan ustedes? Esta es la primera parte. Así que vamos a leer Josué 24:14-15, que dice:
“Ahora, pues, temed a Jehová y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río y en Egipto, y servid a Jehová.
Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis: si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis. Pero yo y mi casa serviremos a Jehová.”
Me parece muy interesante. Tal vez algunos no lo escucharon, y tengo la convicción de que también puede ser de utilidad para otros.
Bien, miren hermanos, este texto es muy importante. Josué se dirige al pueblo de Israel, pero también podemos aplicarlo a nuestra familia, a nuestro hogar. Se dan cuenta, la familia es un núcleo tan importante y quizás el menos atendido.
Por eso quise volver a dar este mensaje a todos ustedes, aunque sea en partes. La atención a la familia constituye la base fundamental para nuestro crecimiento espiritual. Todo lo que oremos, lo que obedezcamos, lo que emprendamos para el servicio al Señor debe estar fundamentado sobre una familia espiritual sólida, fuerte, donde los lazos familiares estén firmes.
Si nuestras relaciones familiares no lo están, de nada va a servir nuestras oraciones, ni siquiera nuestro servicio. De nada sirve nuestro tiempo devocional con la Palabra de Dios si nuestras relaciones familiares no están funcionando. Ese es el punto. De nada sirve nuestro conocimiento… a ese grado.
Y por consiguiente, de nada sirve nuestro servicio.
Josué estaba dando el último discurso de su vida en este pasaje, y había exhortado al pueblo. Llamó a los ancianos para darles recomendaciones muy importantes, pero también muy desafiantes.
Una de ellas —y sin duda la principal, podríamos decir que general— era guardar y hacer todo lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, sin apartarse de ella ni a diestra ni a siniestra (Josué 23:6).
Podemos decir que este es un mandamiento directo, y hasta hoy abarca nuestra relación con Cristo. Sin obediencia, nada somos. Y por consiguiente, no hay cristianismo verdadero. ¿O sí?
Josué dio fuertes advertencias. Les llamó la atención por mezclarse en matrimonios mixtos. Si tú has leído el libro completo, te darás cuenta de esto, y sobre todo, de la influencia de los dioses ajenos. Era una desvergüenza total.
Todavía sospechaba que algunos tenían una fuerte afición por los ídolos y que practicaban la idolatría secretamente, ya fuera en forma de sabaismo —el culto de los fuegos de los caldeos— o en las supersticiones de los cananeos.
En lugar de ser influencia para aquellas ciudades que Dios les dio —porque ese era el propósito de un pueblo escogido—, ellos habían sido influenciados a practicar lo que el mundo pagano hacía. Qué vergüenza, ¿no?
Así que Josué fue determinante. Si vas a Josué 24:23, nota lo que dice:
“Quitad, pues, ahora los dioses ajenos que están entre vosotros, e inclinad vuestro corazón a Jehová, Dios de Israel.”
Había que quitar todo aquello que estorbaba los planes y mandamientos de Dios.
La enseñanza de este texto nos lleva a desarrollar un servicio adecuado al Señor, pero con cuatro características muy importantes que vamos a ver, como les dije, en estos devocionales próximos. Son muy importantes para ti y para mí, y deben estar presentes.
Y por supuesto, hay que servir al Señor.
Pero antes, hay que hacer algunos arreglos.
Número uno: servir con temor.
Número dos: servir con integridad.
Número tres: servir con verdad.
Número cuatro: servir con decisión.
Estas características deben estar siempre presentes para cumplir el propósito de Dios en nuestras vidas.
El primero: servir con temor
Ahí dice en el versículo 14:
“Ahora, pues, temed a Jehová.”
El temor a Dios es la base para cuidarnos de no salirnos de los límites, de nuestra naturaleza pecaminosa. La palabra “cal” en hebreo significa tener respeto reverencial.
Este es el cuidado de no transgredir su nombre con nuestras actitudes. Este es el cuidado de nuestras palabras, de nuestras expresiones. A veces traemos cada cara que… bueno. Y otros lo notan.
Significa hacer las cosas con temor de no ofender su presencia. El Espíritu de Dios nos guía a toda verdad, no para hacer aquello que ofende a Dios o que transige con su Palabra. Ese es el temor que va desarrollándose, que va madurando.
Y qué tristeza cuando ves hogares que no conocen a Dios, donde cada quien hace lo que le viene en gana. Pero los que conocemos a Cristo, nuestro comportamiento tiene que estar dentro de este mandamiento. Debe estar de acuerdo con lo que decimos ser.
Además, algunos podrán hablar de Cristo, pero sus actos son muy diferentes a una vida transformada. Solamente los que no tienen a Cristo carecen de temor. La Biblia dice: “No hay temor delante de sus ojos.” Correcto.
Pero ¿qué con nosotros? Así se expresa el salmista sobre los impíos: “No hay temor delante de sus ojos.” Ellos no tienen freno en sus acciones ni respeto delante de Dios.
Y eso —precisamente— es falta de temor.
No podemos compararnos con ellos, pero a veces nos comportamos muy parecido. Somos muy similares.
Y esa era la lucha que Josué tenía al enfrentar a este pueblo: la falta de temor. Israel había perdido toda sensibilidad hacia el Señor.
Imagínate a Josué, un hombre viejo, cansado, a punto de morir… y ellos tan indolentes, sin temor delante del Señor. No eran indolentes con Josué, sino con Dios. No se dolían por lo que estaban haciendo.
¿Por qué? Aquí está la clave:
Desgraciadamente, se habían mezclado con muchos impíos.
Y ese es a veces el problema: la gente se mezcla con ellos y empieza a imitarlos. En lugar de que ellos nos imiten a nosotros, nosotros terminamos imitándolos a ellos, haciendo como ellos, participando incluso de los pecados que ellos cometen.
Se habían olvidado de los principios divinos.
Mira lo que dice Josué 23:12-13:
“Porque si os apartáis y os uniereis a lo que resta de estas naciones que han quedado con vosotros, y si concertareis con ellas matrimonios, y mezclareis con ellas y ellas con vosotros, sabed que Jehová vuestro Dios no arrojará más a estas naciones de delante de vosotros, sino que os serán por lazo, por tropiezo, por azote para vuestros costados y por espinas para vuestros ojos, hasta que perezcáis de esta buena tierra que Jehová vuestro Dios os ha dado.”
El Señor estaba tomando un acto disciplinario para este pueblo.
Y así les fue. Tú sabes cómo les ha ido a ellos. Y tú sabes cómo les ha ido a otros que, aun conociendo a Cristo, se han hecho como todos los demás. Por eso sus vidas son vidas degradantes.
Hay que buscarlos.
Hay que llamarlos, para que nuevamente entren al redil.
Que Dios te bendiga, hermanos.
Mañana seguiremos analizando estas características.
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